martes, 7 de mayo de 2013

PROBABILIDADES



Hay quien dice que como la probabilidad de que un contenedor caiga al mar es muy baja (estamos hablando de un 0,005%... o menos), y como la probabilidad de que que un barco impacte con un contenedor flotante es más baja todavía, pues que no tiene sentido todo esto.



Si realmente es tan improbable que un barco choque con un contenedor, ¿para qué gastar tiempo y dinero en prever tal circunstancia?

Pues sí. La verdad es que estos argumentos son demoledores. Es más fácil que te toque la lotería, que tengas un encuentro desagradable con un contenedor en alta mar.

El problema viene cuando -casualidades de la vida- un desafortunado navegante impacta con un contenedor a la deriva, se abre una gran vía de agua en su barco y en unos minutos se va a pique.

Si tiene suerte y le da tiempo a disparar la baliza de rescate, a montar la balsa salvavidas, a coger el macuto de contingencias y todo lo que pueda servirle, hoy día tiene buenas probabilidades de rescate.

Si está en medio de una tormenta, es de noche, el agua entra muy rápido, se ha puesto muy nervioso, la baliza quedó en el barco que se hundía y él a duras penas entró en la balsa con lo puesto... entonces el pronóstico no es tan halagüeño. Es posible que no lo cuente.

La probabilidad de choque con un contenedor a la deriva es muy baja. Realmente baja. Pero es una probabilidad real. Y a veces ocurre.

Esas personas responsables del diseño de los containers, o redactoras de las normas que rigen la construcción de los containers, que miran para otro lado cuando se habla de prever sistemas de seguridad que eviten que los contenedores marinos floten, esa personas son responsables de cada cierto tiempo ocurra una desgracia en alta mar. A veces naufragios. A veces naufragios y muertes.

Pero esto no ocurre en otros campos de la técnica.

Los coches, por ejemplo, incorporan multitud de sistemas que se instalan para no ser utilizados nunca. Las luces, los frenos, la ventilación, etc, son sistemas que se utilizan cada vez que te subes al coche. 

Pero los airbag (frontales, laterales, de rodillas, de espinillas, para peatones) están ahí con la esperanza de que no se activen nunca. Las zonas de deformación programada del chasis tampoco se deberían utilizar nunca. ¿Por qué? Pues porque los coches no se fabrican para chocarse con nada.

Pero como existe una pequeña probabilidad de que el coche sufra un grave accidente, se incorporan medidas de seguridad que palíen las consecuencias de esa eventualidad. 

La mayoría de los coches irá al desguace con los airbag intactos. Cientos de millones de euros se tiran cada año en el mundo en sistemas de seguridad que no se han utilizado. Pero esos sistemas salvan vidas. A veces ocurre que un coche tiene un grave accidente, y gracias al airbag y a las zonas de deformación los ocupantes salen con vida. Incluso salen ilesos. Todo el dinero gastado en investigación e implementación de los airbag y chasis avanzados cobra sentido en el momento en que se salvan vidas. Ese dinero está muy bien empleado.

Lo mismo pedimos para los contenedores marítimos. Ya sabemos que la probabilidad de chocar con uno es muy baja. Pero a veces ocurre. Y hay que evitarlo. 

Los contenedores marítimos no pueden quedar flotando: deben hundirse rápidamente.

Para terminar pondremos un testimonio de primera mano. Farncisco Jiménez nacido en Las Palmas en 1944, cuenta en su libro "Alegrías y desventuras de un navegante solitario", cómo colisionó en el Atlántico Norte con un contenedor a la deriva y cómo naufragó. El pudo contarlo. La improbable colisión, la casi imposible colisión con un contenedor, le tocó a él.


Puedes comprar aqui el libro y leer su testimonio.




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